Dedicatoria

Por Johana López.

Para seres inconclusos, estamos él y yo. Yo algo más. Le hago una dedicatoria diaria, van treinta y cinco sabores y veintisiete olores. Él no sabe. Recuerdo su risa y entonces me muerdo un poquito los labios, me detengo por miedo a ahuyentarlo hasta que veo que no está y puedo quererlo otra vez sin ningún pudor. Mi cariño es sólo en su ausencia, porque en presencia ya no le hablo, ni lo miro, ni lo araño. Me llevo las manos a la cara, me acuso de algún desorden mental y me voy bien lejos, a esconder al amor como a  pecado capital.

Hay días en que me siento tan libre que no lo recuerdo, son esos los más felices. Otros, lo beso hasta que despierto. Cuando me entristezco, presiono los ojos y pienso en que quizá, a veces, muy pocas, él también piensa en mí.

Deja un comentario